Donde las dan las toman (80)

Frase externalizada, cual outsourcing, del entorno social al deporte, a la política, a la confrontación dialéctica y a la guerra televisiva por el share.¿O será al revés?
El caso es que recoge toda una tradición de más larga estirpe y rancio abolengo que la de los marqueses del Pino Retuesto y Casón del Gruyere: si nos dan, damos; si no contestan, la devolvemos; que contestan, la devolvemos con más razón, y dos veces, tranca que te tranca, por si acaso me la pensaban cobrar, descarados insensibles ante lo que, a todas luces, no era más que una cuestión de sana y lubricante justicia.

El asunto en cuestión es que no quede agravio por devolver ni herida, supuesta o real, por igualar o, si hay suerte , superar. Eso sí, mayormente de boquilla, terreno embarrado donde los finos estilistas se pierden ante el juego duro y los ejercicios lingüísticos de patadón y tente tieso.

Y, entre toda esa inquina desplegada cual táctica largamente preparada (que no, que no, que sale espontáneo, como un chorrito en lo alto de la montaña que se convierte en fuente de un gran torrente muchos metros más allá), de ejército de colmillo retorcido, bregado en toda clase de zapatiestas y saraos, de motín y ceñidos de fruncido o fruncido de ceños… entre toda esa marabunta, aparece alguien con una forma de pensar independiente y la suficiente fuerza como para, a base de coherencia, sentido común, preocupación por el colectivo, capacidad de análisis y de pensar en soluciones más que en problemas y culpables, crear un ambiente de ilusión y de «parada técnica» en el «quítate tú para que me ponga yo».

Hace unos días conocí alguien así. Creo que se marcha donde las casas no superen los dos pisos.

Y el run-run comienza de nuevo

Mucha suerte y crea escuela. Los grandes ejemplos comienzan con pequeños actos de bondad y respeto hacia uno mismo y se extienden hacia los demás como el agua de regadío en el Sur, poco a poco, pero imparable hasta que alcanza todo el terreno.

Lo malo, qué difícil huir de la inercia colectiva.
Lo bueno, casi todos podemos ser esa persona y cambiar la inercia en lugares no necesariamente de dos pisos como máximo.

Un abrazo desde la esencia.